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Por qué es fácil convertirse (sin querer) en un borde digital
Incluso sin la protección del anonimato, tras la pantalla podemos ser más antipáticos que en la vida real. Está comprobado que la falta de contacto visual provoca un efecto tóxico: nos desinhibe demasiado. Y también que el uso de medios sociales produce un aumento momentáneo de la autoestima que nos reduce el autocontrol y nos nubla la percepción de la realidad. De repente, muchos usuarios se creen con licencia para matar, dueños de la verdad, con derecho a todo. Cada cual quiere proteger su punto de vista, que considera el único correcto.
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