Blockchain será utilísimo para registrar grandes mercados corporativos de capitales y hacer transacciones por encima de fronteras, pero como sistema para el desarrollo de aplicaciones cotidianas sobre Internet, es un peligro para la estructura distribuida de la red.
Toda la argumentación se basa en una premisa falsa. Es falso que se requiera de toda la cadena de bloques para hacer uso de ésta, se pueden implementar clientes ligeros que consulten esa cadena de bloques a terceros manteniendo un alto nivel de seguridad.
Por ejemplo los clientes que funcionan en terminales móviles obviamente no descargan los 65 GB de toda la cadena de bloques que ahora ocupa Bitcoin (la cifra no la he comprobado, es la que cita el artículo).
Por otro lado también se basa en la premisa falsa que los mineros tienen la capacidad de bloquear cambios que sean contrarios a la voluntad de la comunidad que utiliza esa cadena de bloques. Digamos que los mineros pueden imponer su criterio si la mayoría de la comunidad tolera esa imposición.
Lo que no aborda el artículo son las razones fundamentales en las que se basa la existencia de las cadenas de bloques, que son la posibilidad de disponer de una base de datos distribuida, coherente y consensuada sin que se requiera de ninguna empresa ni entidad a la que confiar esa tarea.
Una aplicación basada en servidores centralizados, como defiende el articulista, otorga al propietario de esos servidores la capacidad para decidir unilateralmente quién puede acceder a ellos y qué información se almacena. Puede aplicar censura.
Para ciertas aplicaciones eso no será un problema, incluso algunos lo considerarán una ventaja, en ese caso la cadena de bloques no pinta nada. Pero para aquellos servicios donde no se desea que una entidad pueda alterar a placer el servicio el modelo que propone el articulista no sirve, simplemente no hay forma de evitar que el propietario de los servidores haga lo que le plazca con ellos y el servicio que presta.
El artículo se centra en aspectos técnicos ignorando la cuestión de fondo que justifica la existencia de las cadenas de bloques, es por lo tanto una comparación absurda.
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Toda la argumentación se basa en una premisa falsa. Es falso que se requiera de toda la cadena de bloques para hacer uso de ésta, se pueden implementar clientes ligeros que consulten esa cadena de bloques a terceros manteniendo un alto nivel de seguridad.
Por ejemplo los clientes que funcionan en terminales móviles obviamente no descargan los 65 GB de toda la cadena de bloques que ahora ocupa Bitcoin (la cifra no la he comprobado, es la que cita el artículo).
Por otro lado también se basa en la premisa falsa que los mineros tienen la capacidad de bloquear cambios que sean contrarios a la voluntad de la comunidad que utiliza esa cadena de bloques. Digamos que los mineros pueden imponer su criterio si la mayoría de la comunidad tolera esa imposición.
Lo que no aborda el artículo son las razones fundamentales en las que se basa la existencia de las cadenas de bloques, que son la posibilidad de disponer de una base de datos distribuida, coherente y consensuada sin que se requiera de ninguna empresa ni entidad a la que confiar esa tarea.
Una aplicación basada en servidores centralizados, como defiende el articulista, otorga al propietario de esos servidores la capacidad para decidir unilateralmente quién puede acceder a ellos y qué información se almacena. Puede aplicar censura.
Para ciertas aplicaciones eso no será un problema, incluso algunos lo considerarán una ventaja, en ese caso la cadena de bloques no pinta nada. Pero para aquellos servicios donde no se desea que una entidad pueda alterar a placer el servicio el modelo que propone el articulista no sirve, simplemente no hay forma de evitar que el propietario de los servidores haga lo que le plazca con ellos y el servicio que presta.
El artículo se centra en aspectos técnicos ignorando la cuestión de fondo que justifica la existencia de las cadenas de bloques, es por lo tanto una comparación absurda.