Inquieto, comprueba una vez más la luz de la habitación y se coloca frente al ordenador, mirando de reojo el reloj de la pantalla. Quedan dos minutos y parece que todo funciona como corresponde. Repasa mentalmente su lista de imprescindibles: papeles sobre la mesa, documentos a punto, altavoces conectados y… ¡riiing!. El sonido impertinente de la videoconferencia le saca de su pensamientos y, nervioso, acepta la llamada.
Comentarios
A mí lo que me gusta es que si estás solo puedes quedarte quieto y callado y fingir una caída de conexión.
deberian ser prohibidas por la convencion de ginebra
y los putos spiderphones tambien.
he dicho!
#3 Esas putas arañas no emiten sonido. No se que es lo que es, pero sonido tal y como lo conocemos esta claro que no.
Supongo que si. No creo que sean tan hirientes las preguntas o salgan rayos por la web cam como para matarte.