Un grupo coordinado de drones vuela sobre un lago, comunicándose silenciosamente entre sí y con sus controladores humanos en tiempo real a través de conexiones inalámbricas. Utilizan cámaras para monitorear la calidad de agua desde arriba, buscando aberraciones como un florecimiento brillante verde azulado de cianobacterias, que pueden producir toxinas nocivas peligrosas.