En septiembre de 1981, el Guernica aterrizó en España y fue trasladado al Casón del Buen Retiro de Madrid. Con esta obra, Pablo Picasso había querido contribuir al Pabellón de la República en la Exposición Universal de París de 1937, alzando su voz contra la barbarie del totalitarismo y sondeando la profundidad mítica del uso de la violencia ciega contra los inocentes.