Isela miro por última vez la pantalla de su computadora portátil antes de cerrarla definitivamente. Su pequeño apartamento olía a comida china, su recamara presentaba un desorden propio de una chica de su edad, 20 años. Revistas tiradas en el suelo, sobre el escritorio se acumulaban libros a medio leer, bolsas de botanas y latas de “red bull”.
Comentarios
Me ha gustado.