Hace 13 años | Por baytico a elpais.com
Publicado hace 13 años por baytico a elpais.com

Todas las disciplinas académicas poseen sus métodos, reglas y hábitos que las identifican y deben respetar quienes se comprometen con ellas profesionalmente. Los historiadores no nos dedicamos solo a compilar listas de nombres, fechas, lugares y acontecimientos. La historia es una disciplina compleja y los historiadores un grupo muy variado.[...]Muchos españoles se han enterado estos días de que había una Real Academia de la Historia.

Comentarios

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Buen artículo que pone, como dirían los de Gomaespuma, los puntos sobre las jotas.
Un historiador solvente, Julian Casanova, demuestra que muchos miembros de la RAH ni son historiadores solventes ni son de fiar.

baytico

La Real Academia de la Historia no representa a nadie, ni a los historiadores ni a sus investigaciones, y su utilidad es escasa o desconocida. Sus académicos numerarios son un grupo de colegas, reclutados entre ellos, alejados en buena parte, aunque haya notables excepciones, de la docencia y de la investigación, de los congresos y debates historiográficos. Pero no solo es la Academia. En España hay numerosas instituciones públicas (locales, comarcales, autonómicas y estatales) que editan, con el dinero de todos, centenares de libros y revistas cuya calidad y rigor casi nunca se controla.

Bajo ese paraguas protector, algunos historiadores y miembros de otras disciplinas, en algunos casos también con puestos vitalicios en las universidades, nunca necesitan pasar los filtros de la competencia y el rigor que les exigirían en cualquier editorial de prestigio. La mayoría de esos escritos, de escasa calidad y distribución, y difíciles de digerir, apenas tienen lectores. Seguro que en un Diccionario Biográfico que incluye 43.000 personajes históricos han colaborado muchos profesionales competentes que se han ajustado a las pautas del rigor y al método crítico de aproximación a la historia. El escándalo es que sean los propios capitostes de la Academia quienes las incumplan y que eso constituya en parte el reflejo de una miseria intelectual y cultural todavía bastante extendida.