En plena interrupción del partido por una bengala, saltó al campo con su camiseta y la cara pintada de azul y blanco. Abrazó y levantó a uno de los jugadores del Buducnost, que se medía al Lovcen, antes de lanzar un golpe franco y marcar un gol. Lo celebró arrastrando sus rodillas por el césped.
Comentarios
Eso es clase (y con dos botellas de ginebra encima). El tonto de Jimmy Jump sería incapaz de marcar.
Primero abrazo a mi ídolo y luego empujoncito de "quita que la tiro yo"