Cuarenta y cuatro años después de que los velocistas estadounidenses Tommie Smith y John Carlos revolucionaran los Juegos Olímpicos de México con sus cabezas inclinadas y su brazos levantados con el puño en alto en apoyo a las protestas por los derechos civiles, no se arrepienten de su controvertido gesto. Fueron tachados de antipatriotas y se les criticó por usar el podio olímpico para realizar una acción política, pero ambos dicen que su gesto fue por los derechos humanos.
Comentarios
El quet tuvo peores consecuencias fue el deportista blanco por lo que he leído por ahí ( creo que hay un meneo al respecto)
Los del 'freedom for Catalonia' en Barcelona'92 tampoco se arrepienten de nada.