Hace 13 años | Por jo_soc a lavanguardia.com
Publicado hace 13 años por jo_soc a lavanguardia.com

¿Quién no ha abroncado a su hijo sólo porque en ese momento se sentía irritado, malhumorado? Nos vengamos en ellos de nuestros malos rollos, los humillamos ¡y hasta llegamos a insultarlos! Fraguamos niños más inseguros, que no se valorarán, que tenderán a maltratarse o maltratar, a ser agresivos... ¿Cómo evitar eso? Con la vacuna que la neurociencia nos confirma: cariño, afecto, amor. El afecto estimula la sinapsis, las interconexiones entre neuronas. De 0 a 1 año se establece en el cerebro humano el mayor número de interconexiones neuronales.

Comentarios

Minimalista

#2 Sí, la he leído, y la he he meneado porque me parece muy positivo lo que comenta, pero aparte creo que existen otros factores muy importantes que pueden definir la personalidad más allá del entorno familiar. La genética es uno de ellos.

Minimalista

Entre las cosas que más odio ver es a una madre o padre chillándole a un niño. No obstante, aunque tendrá su influencia positiva dar cariño y apoyo en vez de chillidos e imcomprensión, creo que no garantiza que los hijos no acaben siendo como Hitler. Y viceversa.

j

#1 ahí está el punto entre educar y reprimir.

Cito la entrevista:

De los 1,5 a los tres años, el neocórtex infantil es incapaz de procesar más de dos o tres prohibiciones. Si dirigimos 30 ¡noes! al niño... nos parecerá que nos desobedece 27 veces. ¡Y no es eso!

¿Y qué es?

Que no es capaz de grabar las órdenes. Y que decirnos ellos no es un primer paso de su autonomía personal, de perfilar su identidad: es, pues, algo saludable.

¿Y cuándo estará el niño en condiciones de entender los “noes”?

A partir de los 3,5 o cuatro años graban bien cualquier orden. Entonces sí hay que estar vigilante para evitar filiarcados.

¿Qué es eso?


Hay patriarcado (hegemonía del padre), matriarcado (de la madre) y filiarcado (del hijo): ¡busquemos mejor la heterarquía, es decir, que cada cual tenga un lugar!