El estallido de masivas protestas sociales en junio en Brasil hicieron evidente la fuerte contradicción entre la política social del gobernante Partido de los Trabajadores (PT), que sacó de la pobreza a unos 40 millones de brasileños, con el sector financiero, que ejecuta y controla una economía neoliberal. Un poder financiero que cuando Luiz Inácio Lula da Silva ganó su primer mandato, en 2002, provocó una fuerte corrida que obligó al PT y al presidente electo a aceptar sus principios: apertura financiera y férrea disciplina fiscal
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Lula explicó que, a diferencia de Europa, donde los ciudadanos se movilizan para no perder servicios básicos, en Brasil los reclamos son para pedir más salud, educación y más inversión social.
Pero el fundador y líder del PT alertó que hay grupos “fascistas y de extrema derecha dentro” de las manifestaciones de junio.