Por un lado el infradiagnóstico y por otro lado, aunque parezca chocante, el excesivo número de falsos positivos diagnósticos hacen que la desvirtuada visión social de este trastorno neurobiológico y genético sea sometido a una contundente y negativa campaña de desprestigio, donde, lo que a mí al menos me queda claro es que existe un déficit notable de medios y de buenos profesionales conocedores de esta patología, especialmente paidopsiquiatras o psiquiatras infanto juveniles (donde en España apenas se cuenta con una treintena).