En muchas ocasiones la cámara es un refugio frente a la realidad, especialmente sobre aquella que nos disgusta y asusta, es una protección - en forma de máscara paralizante - que se interpone entre la realidad y el fotógrafo. La mirada del “sujeto real” queda como anestesiada por la del “sujeto-fotógrafo”, éste solamente actúa a través de su cámara, como si llevarla colgada del cuello le impidiera comportarse como un sujeto ordinario.