En junio de 1823 salieron de Puerto Rico 85 cartas que nunca llegaron a su destino. Son textos inquietos, ansiosos, curiosos en los que el lector podrá encontrar frases como: “Saque de la miseria en que se halla esta infeliz”; “Ya me tenían por muerto”; “El día 9 de marzo parí una muchacha”; “Anulados en esta maldita isla”; “Su carta hace menos sensible mi prisión”; “La nación nos tiene olvidados” o “Me pidió dinero será que se quiere casar”, entre muchas otras que abonan a construir el imaginario de un periodo clave en la historia.