El ciclista urbano en España se está convirtiendo en una rara avis, acostumbrándose a sobrevivir en la jungla de asfalto donde son tomados por especies invasoras. Los vehículos de motor dominan de manera agresiva la carretera, desalentando a los potenciales ciclistas a unirse al club de la cadena auto-motriz. No hay nada más necesario para los ciclistas que convertir su temor en poder y dotarse del imprescindible sentimiento de grupo, de comunidad de individuos que, aunque se vean en soledad ante las máquinas a combustión...
Comentarios
En realidad, lejos de ser una rara avis, los ciclistas estamos en franco avance en todas las ciudades de España (véase Sevilla, BCN, Donosti…) y los coches son sólo una incómoda rémora del siglo XX.
Lo que de verdad fomenta la militancia del ciclista en su derecho incontestable a reconquistar el espacio que la voraz rapacidad del motor de explosión y la torpe banalidad del peatón le arrebataron es renunciar al sillín y al "culotte" para dar un paso definitivo hacia el simbionte "homocicleta".
Se puede escoger el color.