Puerto Príncipe se colma los domingos de cánticos y palabras vociferadas por pastores cristianos que imitan a los predicadores estadounidenses. Unos fueron a cursillos de declamación y miedo; otros, aprendieron con la televisión. Aquí no hay tanto negocio como allá aunque sean muchos los fieles pues las colectas son míseras donde abunda la miseria. Tampoco ayudan en exceso las circunstancias ambientales, que a nadie le asusta la amenaza del infierno cuando ya vive en él.
Comentarios
Nunca entenderé cómo se puede vivir en la miseria y dar gracias a Dios. Ni tampoco cómo esta frase
Tengo tres hijos y están vivos. El terremoto destruyó mi casa. Sé que ha sido la voluntad de dios y no puedo hacer otra cosa que acatarla
no va seguida de un "me cago en dios"