De haber querido el maestro, a Plácido Domingo lo hubieran sacado esta noche por la Puerta de Brandembugo. No dista muchos metros de la sede de la Staatsoper berlinesa ni le faltaban ganas, músculos ni energía a los espectadores. Han permanecido 25 minutos aplaudiendo al tenor. O al barítono, toda vez que la proeza consistía en cambiar de registro. Se trataba de Simon Boccanegra, obra maestra y anómala del repertorio verdiano que tanto asusta y acongoja a los barítonos profesionales.
Comentarios
Qué me hubiera gustado estar allí!
#3 Me too
¿Es que ha muerto?
#1 Ja ja ja