Hace 10 años | Por Mindrod a fronterad.com
Publicado hace 10 años por Mindrod a fronterad.com

Al entrar, el ruido del tráfico madrileño se esfuma. Un muro ilustrado con arte urbano como el del italiano Blu delimita la extensión del lugar. Entre suelo y cielo no hay fronteras y los bloques de casas de los vecinos no impiden el paso del sol del mediodía. El inglés, el alemán y el español se entremezclan en conversaciones adultas armonizadas por los juegos de niños. A pocos metros de la entrada, entre el invernadero, el taller de bicis y el teatro, los tomates, los pimientos, las acelgas y las espinacas de Bangladesh o la col de la Toscan