Publicado hace 16 años por lanobil a laflordelapocalipsis.blogspot.com

Como todas las mañanas el perro del porquero entraba con autoridad y desparpajo al patio del cortijo precediendo a su dueño. Accedía a través de la puerta trasera de una antigua cuadra, cuyo uso había quedado relegado a almacén de suciedad y oasis de porquerías, madriguera de todo tipo de roedores e insectos, y museo arqueológico para una multitud de aperos de labranza olvidados. Era un animal descomunal, con modales compulsivos y unas fauces más propias de un cocodrilo gigante del Nilo. Se rumoreaba que nunca había atacado a ningún ser...

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Pierre

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