Hace 10 años | Por Silent8 a cnt.es
Publicado hace 10 años por Silent8 a cnt.es

Le delató un gesto que nadie supo interpretar. Cualquier hombre humano se toca los cojones, pero en un ministro choca, sobre todo si acaba de salir de misa. El ministro, que tanto añoraba a ETA y por eso fue voluntario para presidir el homenaje póstumo a Ariel Sharon –uno de los etarras más sanguinarios de la banda terrorista–, pensaba que el poder era llevadero, si se era persistente, para un tipo corriente como él. En la rueda de prensa habitual tras una de las muchas catástrofes que le habían tocado vivir...

Comentarios

tul

hasta que no inhabilitemos a los miembros de sectas ultraortodoxas para el ejercicio de las funciones publicas seguiremos teniendo a lerdos con cilicio dominando los consejos de ministros.