Diferentes cálculos de diversas ONG’s medioambientalistas señalan que el transporte de alimentos significa un 10%, como mínimo, de las emisiones de CO2 a la atmósfera en lo que respecta a los países del G8. Se calcula que la dieta común de un norteamericano medio conlleva un gasto en petróleo 17 veces mayor que en el caso de la dieta de una persona que se alimentara básicamente de alimentos locales. Recientemente, el ministro de Agricultura británico señaló que, antes del 2012, el gobierno trabajaría para reducir en un 20% esas emisiones.
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¿Y cuántos kilómetros de cañerias recorrerá después de ser comido?