Hace 9 años | Por Malinowski a elcritic.cat
Publicado hace 9 años por Malinowski a elcritic.cat

En la política catalana se está produciendo una escisión histórica, profunda y muy relevante.

Comentarios

kimnet

TRADUCCIÓN

En la política catalana se está produciendo una escisión histórica, profunda y muy relevante. No lo está sufriendo ningún partido político, y no tiene que ver, como otras escisiones, con el reparto de cargos, dietas o secretarías generales: es una escisión ideológica, que acontece en el seno de aquello que en su día denominamos movimientos sociales o movimientos alternativos. La escisión es transversal en todo el país, pero tiene lugar de manera más explícita allá donde estos movimientos han tenido siempre más arraigo: Barcelona. Para decirlo rápidamente y que se entienda: es la escisión entre los partidarios de la ‘vía Guanyem’ y la ‘vía CUP’, a pesar de que quienes defienden la una o la otra vía no tienen que estar encuadrados necesariamente en estas organizaciones. Algunos medios lo han presentado como una batalla entre independentistas y no independentistas. Pero lo cierto es que la cosa va mucho más allá, y la cuestión soberanista, si bien tiene un peso relevante, no es ni mucho menos el motivo central del conflicto.

La ‘vía CUP’ conecta con la manera como tradicionalmente han entendido la política los movimientos sociales desde la derrota de la izquierda radical al final de la Transición: priorizar el trabajo de base, acumular fuerzas y picar piedra en los barrios para transformar de abajo arriba. La ‘vía CUP’ nos dice que tenemos que estar alerta y no dejarnos deslumbrar por los focos de los platós, aunque hoy en día el discurso de la izquierda radical sea más presente que nunca a los medios. La ‘vía CUP’ nos dice que primero hay que lograr la hegemonía social y después abordar las instituciones, porque hacer este paso sin el apoyo de un movimiento fuerte que lo acompañe hará abortar cualquier transformación real, por la propia dinámica perversa del poder. La candidatura de la CUP al Parlament en 2012 fue un paso en este sentido: David Fernàndez, Quim Arrufat e Isabel Vallet son el caballo de Troya del movimiento en la Ciutadella, pero es el movimiento quién controla las riendas. Lo decían los zapatistas: “Vamos lentos porque vamos lejos”.

Este análisis, hasta hace poco bastante unánime dentro de los movimientos sociales, de un cierto tiempo acá está siendo cuestionada por muchas de las personas que en algún momento se habían sentido identificadas. Son los partidarios de la ‘vía Guanyem’. La ‘vía Guanyem’ nos dice que se ha abierto una ventana de oportunidad para tomar el poder que, ante los estragos causados por una crisis económica devastadora, sería irresponsable no aprovechar. El 15-M, donde se constataron las limitaciones de las prácticas movimentistas, supuso un punto de inflexión y un cambio de chip. La ‘vía Guanyem’ quiere acelerar los tiempos, apuesta para modular un discurso que huya de los tics pamfletarios de la izquierda y, cosa inédita, avala una estrategia en clave de frente popular. La alianza con formaciones como ICV o EUiA ha acontecido validez en el contexto actual, siempre que el movimiento pueda ostentar la hegemonía del artefacto electoral que resulte. Esto es posible básicamente gracias al liderazgo mediático de activistas surgidos de su sí: en el caso de Barcelona, Ada Colau.

¿La CUP? “¡Sectarios!”. ¿Guanyem? “¡Reformistas!”
Los últimos meses, a raíz de las desavenencias entre la CUP de Barcelona y los impulsores de la candidatura de Guanyem (ahora rebautizada como Barcelona en común), el encontronazo entre partidarios de una y otra estrategia ha sido especialmente visible. Cómo siempre que hay un conflicto abierto, las simplificaciones han estado a la orden del día. Por algunos partidarios de la ‘vía Guanyem’, la CUP es una organización irresponsable y sectaria, incapaz de compartir espacio con otros proyectos y con un miedo infantil de hacer “política de verdad”. Los menos afines al soberanismo en el seno de la ‘vía Guanyem’ añaden, arrugando la nariz: “Estos de la CUP, mucho atacar ICV y Podemos y, en cambio, a las primeras de cambio abrazan Artur Mas”. Para los partidarios de la ‘vía CUP’, en cambio, Guanyem son una pandilla de pequeñoburgeses y profesores de universidad (o peor todavía: politólogos) vendidos al reformismo ecosocialista. Los mueven, básicamente, las ganas de lograr la parcela de poder que los correspondería generacionalmente si los diplodocus de la Transición no siguieran copando todos los lugares de poder. Quienes priorizan más el debate nacional en el seno de la ‘vía CUP’ añaden, arqueando la ceja: “Estos de Guanyem pusieron todos los ‘peros’ a la candidatura de la CUP en el Parlament, y ahora a las primeras de cambio se alían con Podemos e Iniciativa… Suerte que la independencia no era importante!”.

La ‘Vía Guanyem: toda la carne en la parrilla electoral
En realidad, todo es bastante más complejo que esta caricatura. Tanto la ‘vía CUP’ como la ‘vía Guanyem’ presentan aspectos cuestionables. Los de la ‘vía CUP’ tienen razón cuando reprochan a los de la ‘vía Guanyem’ que sin un movimiento fuerte a la calle, que tensione y sea hegemónico, será difícil hacer políticas realmente transformadoras. Y, poniendo toda la carne en la parrilla electoral, corres el riesgo de desactivar la calle. A propósito de todo esto, hay que tener en cuenta que los ayuntamientos no son instituciones con capacidad de implementar cambios radicales de forma drástica. Será difícil, pues, que se perciban grandes avances. Para no decir que la campaña mediática de los primeros 100 días de un ayuntamiento gobernado por Guanyem dejará en anécdota el Dragon Khan del tripartito. ¿Están Ada Colau y compañía preparados para afrontarlo? Además, el teórico proceso de confluencia ha acabado asemejándose mucho a una alianza de cinco partidos, cosa que también ha generado cierto chasco, especialmente en aquellos que veían con ilusión Guanyem si la CUP se integraba. Hay muchas posibilidades que todo se vaya a pique a las primeras de cambio si el experimento fracasa. Un pequeño detalle: ¿alguien ha pensado qué pasa si Guanyem no gana?

La ‘vía CUP’: salir de la zona de confort
Al mismo tiempo, los partidarios de la ‘vía Guanyem’ tienen razón cuando reprochan a los de la ‘vía CUP’ que el lenguaje y las dinámicas clásicas de la izquierda radical son poco útiles a la hora de ensanchar la base social. El purismo ideológico permite dormir tranquilo por las noches, pero no sirve para avanzar en la construcción de mayorías. En este sentido, los partidarios de la ‘vía CUP’ arriesgan poco y son felices conservante virgen su pequeño coto. Tiene un punto contradictorio, porque a la CUP, hasta ahora, le ha ido bien cuando se ha atrevido a salir –ni que fuera tímidamente– de la zona de confort. Antes del 2012, presentarse en el Parlamento era uno anatema. El experimento con David Fernàndez, pero, fue todo un éxito. El 2014, en cambio, decidieron no personarse en la convocatoria en el Parlamento Europeo, y esto dejó más margen de maniobra a Podemos para desplegar su propuesta. Es cierto que Podemos sacó votos en lugares donde la CUP no ha sacado nunca, pero también lo es que la CUP tendría que preguntarse por qué no saca votos donde Podemos sí sacó. Con Guanyem se ha impuesto de nuevo una opción conservadora. No integrarse es legítimo, pero puede generar un fenómeno similar al de las europeas a escala municipal. El mercado de voto contestatario existe, y si no hay la CUP, alguien otro lo pescará, y más si los ‘cupaires’ no encuentran un candidato por Barcelona con querencia mediática y dispuesto a competir con Colau.

Tomar el poder para transformar la realidad o transformar la realidad para tomar el poder. Ganar para cambiar, o cambiar para ganar. A estas alturas, la escisión ya es irreparable. Hay que empezar a verbalizarlo y asumirlo, como primer paso hacia encontrar fórmulas que permitan superar un escenario estancado y que no hace bien en nadie. En Cataluña se están configurando dos espacios políticos a la izquierda de la izquierda, herederos de las luchas de los años noventa y de la primera década de los 2000: uno de nítidamente rupturista y muy vinculado a las dinámicas de la izquierda radical clásica, y otro de más plural, partidario de establecer frentes amplios que incluyan sectores rupturistas pero también socialdemócratas. Los dos medirán sus fuerzas separadamente durante este 2015, el 24-M y quizás también el 27-S. La clave es que estos dos espacios tengan la habilidad de consolidarse sin torpedearse, crecer sin canabalizarse, y busquen consensos ‘a posteriori’, en ayuntamientos y parlamentos. Unos puntos de encuentro que, si se trata de decantar mayorías, probablemente no se tendrán que limitar a estos dos mundos, sino que, vista la fragmentación del panorama catalán, tendrán que implicar un abanico todavía más amplio de propuestas. Incluyendo, está claro, ERC, que, según las encuestas, puede acontecer el partido mayoritario de la izquierda en Cataluña, por mucha urticária que esto genere a determinados sectores de la izquierda “de verdad”.

Si esto no pasa, la alternativa ya la conocemos de hace años. Se llama Convergència i Unió.

kimnet

Guanyem va a las municipales con los pijo-progres de ICV. No hay más que decir

abalon

He seguido con detenimiento el avance de Barcelona en Comú y he sido votante de la CUP en las pasadas elecciones autonómicas así que es hora de ojear atentamente los programas de ambos para decantar mi voto por uno u otro.
Personalmente el acercamiento a ICV no me ha gustado nada pero habrá que sopesar bien todo el programa.

despertarroig

La estrategía de "Guanyem" que es la misma que Podemos, ya ha dado sus primeros resultados en Madrid. La manifestación del 31 enero fue mucho menor que otras del 15M o marchas de la dignidad (ya ni hablar de las manis del "procés"). Estan matando la movilizaciones sociales, no sabemos si llegarán a tener su parcela de poder, pero si que ya podemos ver que se está perdiendo la fuerza de la calle.
Es por eso que me alegro de esta escisión, aunque creo que las CUP se equivocaron al no haberse presentado en las Europeas, creo que han acertado al no aliarse a una estrategía política que pronostico que desilusionará a muchas personas. Ir lento, para llegar lejos, no queda más remedio.