Martes, 9:35 de la mañana. Clervie, secretaria de dirección y responsable de la centralita, se equivoca en la extensión de teléfono y mi jefe de departamento es el que me acaba pasando una llamada. —Cariño, te tengo dicho que no me llames al trabajo —le recuerdo enérgicamente mientras mi jefe me sigue fusilando con la mirada. No son ni las diez de la mañana y ya estoy estresado. —No me digas que voy a tener que ir a ver a ese grupo de beatniks del siglo pasado —me lamento. —No son beatniks, son mis amigos. Los últimos que me quedan por tu..
Comentarios
Cuando no se puede ganar, no está mal epatar.
Yo prefiero epatar con un buen vinacho.