Si por mi fuera los informes del FMI no servirían ni para estabilizar la pata de una mesa. Han demostrado a lo largo de décadas que sus medidas han sido perjudiciales en todos los países en los que se les ha dado poder para dirigir sus economías. La ausencia de independencia y la apuesta por el neoliberalismo más salvaje les convierte en uno de los enemigos de los derechos y de las libertades de las personas y de la democracia. Allá por donde han pasado la democracia se ha resentido o eliminado, convirtiendo a los gobiernos en simples títeres.