Sólo una de cada diez alfombras analizadas por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) son "seguras", según indican las pruebas en laboratorio con el objetivo de confirmar la presencia de sustancias químicas peligrosas en alfombras de juego (tipo puzzle) para niños. Las sustancias químicas se utilizan en estas alfombras infantiles para reducir los malos olores del material (formamida), hacerlo más flexible (ftalatos) o para ayudar a colorearlas (disolventes).