"El nombre de mi hijo es Suraj, y él empezó a comer barro también", dice una madre de la aldea de Ganne, en India. "¿Qué podemos hacer? Comemos el barro de la cantera cuando sentimos hambre". No hay duda de que la India debería ser capaz de permitirse el lujo de alimentar a su población. Pero el diablo está en los detalles. "Ellos pueden hacerlo, si tienen la voluntad política. Es prioridad - ¿dónde quiere poner el dinero?", comenta Kavitha Srivastava, el coordinador nacional de la campaña al Derecho a la Alimentación.