A nuestro cerebro le gusta escuchar historias y hacérselas suyas, hasta el punto de que tiene reservada una ruta neuronal específica para los cuentos y cotilleos, distinta de la que utiliza para escuchar y obedecer órdenes o analizar datos. Y esta fascinación, junto con la necesidad humana de buscar explicaciones ante la incertidumbre de la vida, facilita la aparición y diseminación de rumores, teorías conspirativas y chismes de todo tipo.
Comentarios
El vídeo es una pasada, me encantan las caras que pone la gente