Estar casado con un fumador eleva un 42% el riesgo de infarto aunque nunca se haya probado el tabaco. Así de taxativo concluye un nuevo estudio estadounidense que ha constatado, más allá del conocido vínculo entre la condición de fumador pasivo y un mayor riesgo de padecer enfermedad coronaria, una posibilidad más alta de ser víctima de un infarto de miocardio.
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