En una gran organización la gente viene y va. Siempre hay decisiones que tomar sobre a quien se promociona, las nuevas promesas recién llegadas frente a los cuadros medios experimentados, mientras todo el mundo espera el ascenso. Dados dos candidatos para un puesto, uno muy competente en su trabajo actual y el otro más errático y, en general, con menos éxito, la mayoría de la gente considera una obviedad que debe ascender el primero y no el segundo. Sin embargo, en 1969, Laurence Peter introdujo el famoso principio que lleva su nombre, que afir
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El "principio de Peter" no tiene en cuenta una cosa: en general, se considera que ascender es algo bueno, y dado que se suele ascender a los más capaces en su puesto, los trabajadores tienden a demostrar su capacidad al máximo. Es cierto que la persona ascendida puede resultar no ser la más apta en su nuevo puesto, pero a cambio se ha mantenido motivado al grupo. Y más aun, los compañeros del "ascendido" verán que no desempeña bien su labor y crerán que si mejoran aun más en su trabajo, llegarán a tener posibilidades de reemplazar al primero.
Si siguiéramos el principio de Peter y ascendiéramos a la gente al azar, tal vez algunos puestos se cubrieran mejor, pero todos los empleados se sentirían desmotivados.
No exageremos la importancia del principio de Peter. No se basa en estudios empíricos sino en observaciones que el autor fue realizando por diversas empresas americanas en los años 50 y 60 (muy piramidales y donde se premiaba mucho el enchufismo y la promoción por antigüedad). Por tanto, no es un dogma lo que defiende sino observaciones tratadas de manera humorística.