Durante una conversación de dos horas y con radical claridad, como acostumbra, explica las claves de lo que debía ser un relevo consensuado que diera continuidad a su proyecto. La decisión, en cambio, va camino de convertirse en una imposición del Ministerio de Cultura basada en un criterio puramente nacionalista, asegura: tiene que ser un español. Él no contempla esa posibilidad. “No veo hoy a nadie en España”.
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Claro, o le dejan que sea él quien lo imponga, o no juega.