La música disco a veces tiene alma y espíritu, o lo que es lo mismo, genio y figura. Un claro ejemplo es The KLF (Kopyright Liberation Front, o el Frente de Liberación del Copyright) un extraño, enigmático y genial dúo que entre finales de los 80 y principios de los 90, llevaron el acid house británico a la categoría de religión, mediante un complejo trabajo de remezcla y performance.
La guinda de su performance fue disparar con ametralladoras y munición de fogueo sobre las cabezas del público. Pero no iba a acabar ahí todo, pues el colofón fue –ya en la fiesta de los premiados- arrojar una oveja muerta y su sangre a los asistentes al ágape.
Con las ganancias de dicho catálogo crearon la K Foundation, que se encargaría de fomentar la subversión en el mundo artístico y premiaría al Peor Artista de Año, y el resto –un millón de libras esterlinas- lo quemaron.
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La guinda de su performance fue disparar con ametralladoras y munición de fogueo sobre las cabezas del público. Pero no iba a acabar ahí todo, pues el colofón fue –ya en la fiesta de los premiados- arrojar una oveja muerta y su sangre a los asistentes al ágape.
Con las ganancias de dicho catálogo crearon la K Foundation, que se encargaría de fomentar la subversión en el mundo artístico y premiaría al Peor Artista de Año, y el resto –un millón de libras esterlinas- lo quemaron.
jojojo, que bastos