Publicado hace 11 años por --291511-- a eljardindelexilio.wordpress.com

Érase una vez un mercado muy sencillo, formado de unos veinte puestos, cuyo negocio consistía en vivir de aquello que producían. La economía de dicho mercado era cerrada y se basaba, evidentemente, en lo que se compraban y vendían unos a otros. Un día, sin embargo, dos mercaderes decidieron asumir una actitud particularmente egoísta, apuntándose al siguiente razonamiento: “lo mejor para mí es que yo, en cualquier caso, siempre venda más de lo que compro; con esta fórmula me haré rico”.