Hace 25 años un científico británico descubrió por azar en su laboratorio un proceso que cambiaría para siempre el campo de la medicina forense:las huellas genéticas. Estas huellas, o pruebas de ADN,se han convertido desde entonces en una de las principales herramientas para identificar a sospechosos y resolver un crimen, así como en el método estándar para resolver disputas de paternidad e inmigración. El descubrimiento del profesor Alec Jeffreys -que todavía trabaja en el mismo laboratorio de la Universidad de Leicester, Inglaterra- ocurrio..