Todo fue preparado minuciosamente. El cadáver fue desenterrado, y vestido con las ropas propias que hubiese llevado en vida, lo sentaron en el trono y dispusieron para su defensa a un diácono que hablaría en su nombre. El espectáculo acababa de comenzar. Historia del Papa Formoso, juzgado incluso después de muerto.
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ya salio por aqui hace tiempo