En 1386, en la localidad normanda de Falaise, una cerda de tres años fue acusada del asesinato de un niño. Vestida con ropas humanas fue conducida ante una numerosa multitud (humana y porcina) hasta un cadalso donde el verdugo le cortó la garganta y los muslos, siendo colgada de las patas traseras y abandonada en esta posición hasta su muerte. Su cadáver fue estrangulado y expuesto durante unos días para más tarde pasar a quemar sus restos.
- Otros casos "similares": (extraídos del enlace de arriba) En 1161 un cerdo se cruzó entre las patas del caballo que montaba el príncipe Felipe, hijo del rey de Francia Luis VI Capeto, que le decían el Gordo, y provocó que el muchacho se desnucase. El cerdo sufrió proceso por regicidio y salió culpable, así que fue ejecutado públicamente en un cadalso de París. Un cerdo de Toledo que gastaba buen apetito se comió a un niño un Viernes Santo de 1572 y la Inquisición le acusó de sacrilegio por haber probado carne un día de vigilia y lo mandó quemar en la hoguera. En la región de Borgoña, en 1456, una cerda adulta, que era madre de ocho cochinos que aún se columpiaban de sus ubres, confesó de viva voz, estimulada por la tortura, haberse comido al ciudadano Jean Martin, que estaba en la flor de la vida, y alegó en su defensa que actuó presa de un arrebato de locura que no pudo explicar, pero que no le libró, en cualquier caso, de la pena capital. De la ley y de su largo brazo no se libran ni los tres cerditos, aunque se construyan una casa de ladrillos, ni el lobo feroz.
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- Más información:
http://martinolmos.wordpress.com/2012/07/07/la-cerda-de-falaise/ (en castellano)
- Otros casos "similares": (extraídos del enlace de arriba)
En 1161 un cerdo se cruzó entre las patas del caballo que montaba el príncipe Felipe, hijo del rey de Francia Luis VI Capeto, que le decían el Gordo, y provocó que el muchacho se desnucase. El cerdo sufrió proceso por regicidio y salió culpable, así que fue ejecutado públicamente en un cadalso de París. Un cerdo de Toledo que gastaba buen apetito se comió a un niño un Viernes Santo de 1572 y la Inquisición le acusó de sacrilegio por haber probado carne un día de vigilia y lo mandó quemar en la hoguera. En la región de Borgoña, en 1456, una cerda adulta, que era madre de ocho cochinos que aún se columpiaban de sus ubres, confesó de viva voz, estimulada por la tortura, haberse comido al ciudadano Jean Martin, que estaba en la flor de la vida, y alegó en su defensa que actuó presa de un arrebato de locura que no pudo explicar, pero que no le libró, en cualquier caso, de la pena capital. De la ley y de su largo brazo no se libran ni los tres cerditos, aunque se construyan una casa de ladrillos, ni el lobo feroz.