Hace 15 años | Por criticaor a curistoria.blogspot.com
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En uno de los combates, el 30 de junio de 1559, se enfrentaban el Rey y el Conde de Montgomery y la mala suerte pasó por allí malhiriendo a Enrique II. Una astilla de la lanza de su oponente penetró por una de los finos huecos que para permitir la visión tenía la celada del rey y fue a parar al cerebro de este, a través de su ojo.