Personas que se manifestaban, entre otras cosas, contra el gasto que supone la visita del papa fueron “disueltas” anoche por la policía, imágenes a las que ya hay que acostumbrarse. Lo habitual, normalización por repetición. Ramón Jáuregui al ser preguntado por las cifras del coste que supondrá el JMJ para los dineros públicos, ha admitido que no le importa demasiado, que “el gobierno hace lo que debe hacer“ y que lo que cueste no es un tema ni siquiera para debatir tratándose de una visita de este calado.
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Esto es quizás lo más terrible. La rutina, el que ya nos parezca "normal" todo esto. Que ya no nos escandalice que un representante público salga al día siguiente de unas escenas violentas protagonizadas por la policía y en las que no hay indicios de violencia por parte de los manifestantes, diciendo que le parece "correcto". Que diga que no importa si cuesta más o menos la visita porque está fuera de discusión (todo esto en época de crisis, con los ciudadanos sufriendo recortes de todo tipo). Y por último, el escandaloso silencio, cuando no complicidad, de los más poderosos medios informativos, que se limitan a imprimir estas declaraciones sin más, sin rubor. E incluso a añadir más leña al fuego, insinuando que la policía tuvo que actuar con más contundencia.
Mientras, el ciudadano medio español, desde su sofá, vuelve a ver todo esto con indiferencia, cuando no acusando a los "perroflautas" y "alborotadores" de ser los culpables de todo esto. Y así pasa un día más en la sociedad española, que sólo desde hace unos pocos meses comienza a despertar, aunque lentamente y todavía confundida.