Hace 13 años | Por macfly a lavanguardia.es
Publicado hace 13 años por macfly a lavanguardia.es

Poseer cultura (de la alta, se entiende) está hoy completamente desacreditado: parece una superchería y un acto de soberbia. Los que están muy acreditados son los futbolistas y Belén Esteban: ya me dirá. Como he dicho, hoy se cierne sobre todas las capas de la sociedad una enorme sospecha acerca de lo que sea un sabio, un gran profesor o un erudito. Contra todo eso sólo cabe una solución: educación y más educación. No me cansaré de repetirlo. Esta sí es una inversión segura, pero a largo plazo: por esto ningún gobierno ha abordado en España,...

Comentarios

macfly

También interesante: ¿Qué responsabilidad tiene en este fenómeno el uso de las nuevas tecnologías?

Yo formé parte de una comisión ministerial en la que una veintena de profesores de todas las universidades del país discurrieron con la ministra Garmendia, y luego con el ministro Gabilondo, acerca del beneficio o el perjuicio que puede significar la entrada indiscriminada de las nuevas tecnologías en las aulas, y otros muchos asuntos. La mayoría de estos asesores coincidimos en que las nuevas tecnologías, siendo como son utilísimas en muchas ramas del saber, de la técnica, de la ciencia y de otras cosas, resultan un instrumento engañoso e ineficaz en el caso de la educación. Me explico: esas nuevas tecnologías –y quizás la técnica en general, incluido el microondas o el minipimer— han acostumbrado a la humanidad a resolver de un modo inmediato labores que antes se realizaban gracias a procesos mucho más mediatizados: es mejor una mahonesa hecha a mano que con el uso de una máquina. La inmediatez y la no-discriminación de la información que procede de Internet, por ejemplo, convierte a cualquier persona, y aún más a un niño o a un adolescente, en señor de un reino puramente virtual. En el fondo, los convierte tanto en amos de algo como en esclavos de lo mismo, porque ya sabemos hasta qué punto la gente joven depende de estos elementos y se comunica mediante ellos de una manera peregrina, mendaz y falta de la elocuencia más elemental. Y algo más. Las nuevas tecnologías se presentan a la civilización juvenil –pues los jóvenes neo-tecnológicos han forjado, hoy, tanto una nueva cultura como una nueva "mentalidad", como una nueva civilización— como un divertimento. Los profesores que asistíamos a esas reuniones con los ministros que he dicho, coincidíamos todos en que la educación es un proceso lento, mediatizado, esforzado, que no puede jugar con las mismas armas que la cultura del ocio, porque entonces no saldrán de las escuelas personas educadas sino amigos de la diversión.

macfly

La sociedad, tomada en su conjunto, nunca ha sido culta, salvo que entendamos, y es algo cierto, que hay otras formas de cultura enormemente importantes en la configuración de toda sociedad: admiro a las personas que, en algún lugar recóndito del país, estudian el folclore, elaboran mapas de variaciones dialectales o desarrollan actividades vinculadas a las formas ancestrales de la mitología y las costumbres de los pueblos. Eso sí: una sociedad no puede prescindir de una élite culta, y las élites cultas de los países occidentales son hoy mucho menos cultas que hace, pongamos por caso, cincuenta o cien años. Poseer cultura (de la alta, se entiende) está hoy completamente desacreditado: parece una superchería y un acto de soberbia. Los que están muy acreditados son los futbolistas y Belén Esteban: ya me dirá. Como he dicho, hoy se cierne sobre todas las capas de la sociedad una enorme sospecha acerca de lo que sea un sabio, un gran profesor o un erudito. Si los privilegiados que han podido realizar estudios superiores poseen ya tan sólo una vaga cultura, homologable con la de las capas media y baja de la sociedad, entonces toda la sociedad acusa este declive y se degrada. Si un hijo no recibe explicaciones claras y distintas de sus padres o de sus profesores acerca de las opciones que tiene en el momento de emitir su voto electoral, es muy probable que no vote, o que vote a cualquiera que le parece más guapo que los demás, o que es anti-taurino. Eso es también una consecuencia de la llamada por Guy Debord "sociedad del espectáculo". Cuando resulta que Operación Triunfo dispone de una cadena para ella sola, que emite cada día esta indecencia durante veinticuatro horas, entonces es muy probable que la gente tienda a imitar esas formas de vida y esos comportamientos. Sólo el ejercicio severo y tenaz de la inteligencia evitaría que esas barbaridades se propagaran por todo el cuerpo social, pervirtiendo los fundamentos, no sólo del civismo, sino también de la moral y de la política. Contra todo eso sólo cabe una solución: educación y más educación. No me cansaré de repetirlo. Esta sí es una inversión segura, pero a largo plazo: por esto ningún gobierno ha abordado en España, en los últimos treinta y cinco años, una reforma sensata de la educación.