Hace 3 años | Por tiopio a ctxt.es
Publicado hace 3 años por tiopio a ctxt.es

La legitimidad democrática de la Convención choca frontalmente con la legitimidad del presidente de la República. El ejemplo francés muestra que los ciudadanos están mucho más dispuestos a atajar los retos a los que se enfrenta la sociedad, aunque eso implique llevar a cabo políticas radicales que no sean del agrado de los poderes económicos. Pero los ciudadanos necesitan una vía para poder actuar. Los poderes establecidos no dejarán participar en política a los ciudadanos, porque temen perder sus privilegios. ¿No es hora de obligarles a…

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"..:regular una publicidad que incita al sobreconsumo, hacer obligatoria la renovación de los edificios para que pierdan menos energía, incentivar una alimentación más vegetal y de cercanía, planificar la transición ecológica en industrias sin que suponga una merma en el salario de los trabajadores, reducir el tiempo de trabajo a cuatro días a la semana…

Como era previsible, las promesas de Macron han quedado en papel mojado. Los 150 ciudadanos, de los que 130 se organizaron en un colectivo tras la Convención, se quejan de que el gobierno ha retocado, desmenuzado o directamente frenado las propuestas que no le convenían. Algunas de ellas son la moratoria sobre el 5G, una ecotasa sobre el tráfico aéreo o reducir el IVA de los tickets de tren. Todas han acabado en el baúl de las buenas intenciones climáticas a las que jamás hubo intención de dar una salida real. Los ciudadanos que participaron en la Convención se muestran tajantes: “El gobierno se está riendo de nosotros” o “Macron es un traidor” son algunos de sus simpáticos comentarios que se pueden leer en la prensa gala.


Estos argumentan que un ciudadano de a pie, en unos pocos meses de trabajo, no se ha podido formar a la vez en ámbitos como los transportes, el derecho laboral, la alimentación… En un mundo globalizado y cada vez más complejo esta crítica es muy pertinente, y a la hora de diseñar una constitución política se debería tener en cuenta. Sin embargo, no sirve para defender la democracia electiva contra la democracia por sorteo, pues a nadie nos extraña que nuestros parlamentarios voten por la mañana sobre la ley del aborto y por la tarde sobre el último tratado de comercio, siendo posible que no dominen ninguno de los dos temas.

Incluso para salir de la crisis climática necesitamos democracia real