Hoy les voy a hablar de algo que desconozco. Al fin y al cabo, no será la primera vez que un columnista se nutra para sus tesis o sus dudas de cosas desconocidas. Por ejemplo: los toros. A saber: no soy taurino y no siento ninguna afición por los toros... Pero que los toros me produzcan repugnancia no conlleva que haya de abogar por su prohibición. Porque en la plaza se mata a los toros. Y también se mata una cierta dignidad civilizada. Pero en las prohibiciones se mata la la capacidad de diálogo, de tolerancia o de tradición mal entendida.
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En castellano.