Existen dos clases de inquisidores: unos son flacos y ascéticos, otros son gordos y hedonistas. Ejemplo de inquisidor ascético es la insigne figura del susurrante cardenal Rouco Varela, enteco, de voz oscura, con absoluto rigor escolástico, al que uno imagina alimentado sólo de acelgas y pescado hervido. En cambio, existe otro diseño de inquisidor pletórico, como monseñor Martínez Camino, capaz de lanzar un anatema con el rostro feliz del que acaba de comerse un codillo.
Comentarios
CyP: A un inquisidor, clérigo o laico, intelectual o moralista, transido de acelgas o cebado con codillo, le mueve sólo el furor de las ideas, pero es la debilidad humana la que excita aun más su fanatismo.