Algunas se quedaron sin personal y sellaron sus puertas, otras están junto a líneas sin tráfico y unas terceras ni se llegaron a abrir. En otros casos, los menos, se ha logrado dar un uso distinto al ferroviario. Son el reflejo de la realidad que sufre el transporte ferroviario convencional, ese que no entiende de altas velocidades y sí de comunicaciones útiles para la población de cientos de localidades. Decenas de estaciones de tren agonizan junto a los trazados ferroviarios de Aragón, como edificios varados junto a las vías.
Comentarios
Pienso que los modelos de urbanismo sostenibles pasan por la descentralización de la población. Descongestionar las grandes ciudades, ahora que las ya no tan nuevas tecnologías permiten trabajar a distancia. Y más que en zonas residenciales alrededor de esas ciudades (lo que a la postre no origina más que movimientos masivos y diarios de trabajadores, principalmente en coche), quizá habría que apostar por recolonizar el mundo rural, y aprovechar la red ferroviaria comarcal ya existente, e incluso invertir en reforzarla.
Menos coches, más calidad de vida, menor carestía de la vivienda (con las consecuencias que ya conocemos), un entorno más humano, menos hostil y más ecológico... Aunque igual lo mío es puro romanticismo, esas estaciones siempre me han cautivado.