Publicado hace 14 años por --98342-- a lastrecerosasrojas.wordpress.com

El cuerpo de Pedro Lillo se ha perdido para siempre y como él los de cientos de republicanos ejecutados en La Almudena. “Durante años, subíamos, como un reguero de hormigas en silencio, decenas de mujeres, niños y algún hombre, al cementerio para estar cerca de nuestros muertos. Todo eran llantos contenidos porque a los rojos tampoco les dejaban llorar”, recuerda Josué. “En la tapia siempre había restos de fusilamientos: sangre, lápices de carpintero… Mi madre solía taparlos echando tierra. No cobró pensión de viuda hasta 1980.

Comentarios

D

Huy, si los republicanos fuesen flores no existiría la miel hoy... sulfataron con cojones el jardín, agente naranja, napalm, ácido pesticida...