La madre de Mohammed, una pobre viuda de un intérprete asesinado por los insurgentes, le quitó la gorra y dejó al descubierto su cabeza desfigurada por un incendio en su casa cuando era bebé. "¿Me salvarías?" le preguntó el niño iraquí de 11 años a David Howell, comandante de la Guardia Nacional de Michigan. Cinco meses después, Howell le había conseguido una visa, un pasaporte y el compromiso de los cirujanos en la Universidad Estatal de Michigan para operar al muchacho. Desde entonces ha recibido miles de dólares en atención médica gratuita.
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Un acto digno de ser alabado, sin duda. Lástima que el saldo completo de la invasión de Iraq por las tropas americanas sea a pesar de ello tremendamente negativo.