Hace 13 años | Por --77058-- a elpais.com
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Se llamaba Javier Sánchez Elgueta. Era un trabajador autónomo. El 4 de marzo cayó desde más de 20 metros de altura cuando remataba la construcción de una nave. El inspector, un hombre con gabardina y pelo revuelto, echó un vistazo a la grúa que se había desplomado un rato antes y bramó: "La seguridad en este lugar es un desastre". En ese momento, un empleado de la funeraria recogió las pertenencias del muerto: una chaqueta y las llaves de un coche. También un móvil de última generación que no paraba de sonar.