Hace 15 años | Por ikipol a correoandalucia.com
Publicado hace 15 años por ikipol a correoandalucia.com

(C&P): Las 300 personas que huyeron del Polígono Sur hace mes y medio por temor a una venganza después de que algunos de ellos se vieran implicados en un tiroteo en el que murió un joven están viviendo en un descampado en el que han levantado unas endebles chabolas. Entre ellos hay un centenar de niños, que estaban escolarizados y ahora no van a clase, y también bebés, tres de ellos nacidos después de llegar a este lugar. Pedro muestra su chabola y explica que en el colchón duermen él, su esposa, la pequeña de sus doce hijos y cuatro nietos.

Comentarios

ikipol

Los niños, la mayoría de los colegios Andalucía, Jiménez Fernández y Altolaguirre; y los institutos Domínguez Ortiz y Polígono Sur, dicen añorar a sus profesores y compañeros porque se aburren en el solar baldío en el que viven ahora y porque les gustaba aprender a leer y escribir. “Como tenemos móviles, llamamos al colegio para escuchar a nuestros profesores, pero cuando lo cogen, colgamos”, dice uno de los alumnos. No tienen materiales didácticos, aunque muchos menores piden a sus padres que les pongan ejercicios o les lean. Otros leen una y otra vez el único cuento que se han traído de sus antiguas casas.

c

Niños en las últimas y con sus móviles recargados de saldo. ¡Inaudito!
Los caracoleños (llamados así porque vivian en caracolas en los Bermejales), tienen un amplio historial en Sevilla y nada halagüeño.
En el polígono sur, donde vivían tras dejar las caracolas de los Bermejales (le dieron bastante dinero por dejar las caracolas), no quieren que vuelvan ni por asomo. Tanto daño es el que hacen.
¿Por cierto el que mató al chaval no está en la carcel? ¿También está en el descampao? Pues si no está en la carcel ya debían investigar donde está y que pague lo que hizo.
Los niños no tienen culpa, por supuesto, de las "hazañas" que realizan o hayann podido realizar sus familiares, pero la salida no es volver a darles casa a los 300 con el pretexto de los niños, y salga el sol por antequera en el barrio al que les toque aguantarlos.
La salida para los niños no puede ser que sirvan de escudo humano para que sus adultos sigan perpetrando los desmanes que se les antoje.