No son los partidos. Son los delincuentes que los integran y las instituciones que permiten sus desmanes. No es la democracia, es la corrupción.
Eso piensan en Cuba. Los partidos son buenos, pero solo el mío puede existir
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No son los partidos. Son los delincuentes que los integran y las instituciones que permiten sus desmanes.
No es la democracia, es la corrupción.
Eso piensan en Cuba.
Los partidos son buenos, pero solo el mío puede existir