Hace 13 años | Por Ze7eN a elpais.com
Publicado hace 13 años por Ze7eN a elpais.com

Parecía que los cómics estaban en decadencia. A finales de los setenta, cuando el joven Frank Miller llegó a Manhattan con su carpeta de dibujos llena de ilusiones, muchos no daban un duro por los tebeos de superhéroes. Eran franquicias convertidas en una fórmula. Dedícate a otra cosa -le decían-, esto se acaba. No les hizo caso, claro, y siguió adelante con un empeño: introducir dosis de novela negra en las viñetas. Eso -se decía a sí mismo- iba a revitalizar los comic-books.