Todo el estadio emitió un largo suspiro cuando vieron entrar a Andersen-Schiess, tambaleándose, la gorra ladeada, con los brazos colgando, como muertos, víctima de un esfuerzo sobrehumano. Nada más llegar, los médicos de la carrera se acercaron a ella, pero la atleta rechazó su ayuda. Si la tocaban, sería descalificada. Los médicos aceptaron dejarla seguir porque se fijaron en que todavía sudaba, es decir, que todavía su cuerpo tenía reservas.
Comentarios
Vídeo, a partir del minuto 2.00
, entra en meta en el 3:29.Joer, lo ví en el 84 y eso se te graba para siempre.