Hace 11 años | Por knut a sociedad.elpais.com
Publicado hace 11 años por knut a sociedad.elpais.com

Aunque no era creyente fue lo más parecido a una conversión mística, a uno de esos vuelcos que da el corazón. En el sanatorio había conocido a una enfermera recién llegada de África, que le habló de aquel campamento de Benaco, en Tanzania, donde había 250.000 refugiados hutus huidos de la matanza de Ruanda que había producido más de un millón de muertos. Daniel R. era un joven médico internista. Su trabajo consistía en realizar una previa exploración a los pacientes que ingresaban en aquella clínica privada de la Costa del Sol.

Comentarios

P

Los excesos del norte resultan en la miseria del sur... para que los señoritos y señoritas de la clínica privada puedan permitirse estar obesos mucha gente del sur debe morir de inanición, así funciona nuestro actual sistema; para que uno tenga (y mucho) otros deben vivir en la miseria... que triste..